Una vez más está ocurriendo en el debate social y político que, envueltos en lo que más ruido hace, se nos está escurriendo a la chita callando otro asunto de más largo y estrepitoso alcance. Asunto que, de prosperar, quebraría las columnas políticas, sociales, ideológicas, económicas… en que estamos hoy por hoy plenamente por cultura y civilización. Porque, analizando con calma su pensamiento y sus planteamientos de futuro, ¿acaso alguien, que no sea un ingenuo puro, cree que a la CUP (Candidatura de Unidad Popular) le interesa en sí misma la independencia como término “ad quem”, es decir, como objetivo final en sí mismo? Siendo coherentes, les importan un bledo los llamados independentistas que, en el fondo, solo sueñan con un planteamiento burgués de bandera, himno… acomodo a los valores del mercado y cuyo fundamento teórico y metafísico consiste en imaginados relatos de un paraíso perdido. Es una eventualidad puramente circunstancial que se hayan convertido en bisagra de un frente independentista.
Lo que andan buscando los cientos de miles que han votado por esta opción es crear una isla, al estilo de Robinson Crusoe, donde desarrollar su programa que, dicho de una manera breve, es un completo antisistema y que, como se lee en él, incluye, entre otros contenidos, una "economía planificada y solidaria"; acabar con un "capitalismo que genera miseria"; romper con el euro, la UE, la OTAN y el TTIP; limitar las importaciones agrarias "como acto de soberanía"; rechazo a los recortes; plan de choque contra la pobreza; renta básica universal; sociedad "desmilitarizada"; rechazo a la gestión concertada de la enseñanza y la sanidad; nacionalización de las infraestructuras, la banca y las redes de comunicación; gestión pública de "sectores estratégicos" como energía, agua y telecomunicaciones; prohibición de los desahucios...
Pues casi cuatrocientos mil votantes están por todo esto y reniegan del mundo en que viven y vivimos, de sus valores, de sus referencias, de sus estructuras… y resulta chocante, muy sorprendente, que en una tierra europea, rica, culta, educada haya tantos revolucionarios puros, dispuestos a hundir todo su mundo y nuestro mundo, el tinglado. ¿Cómo puede explicarse este hecho social? Los que nos están poniendo ante un desafío casi incalculable, en un verdadero y terrible brete, son los antisistema. Que a lo mejor tienen razón, dirían algunos.
Publicado el día 20 de noviembre de 2015
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