Proserpina ha vuelto

    Un día la diosa Venus vio a Plutón vagando sin rumbo y, lamentando su situación de soledad (además de haberle correspondido el último de los tres reinos, el submundo negro y oscuro, mientras a Júpiter el cielo y a Neptuno las aguas), indicó a su hijo, Cupido, que tomara las flechas y tratara de evitar el desconsuelo del dios y que Proserpina, que andaba por el prado cogiendo violetas, se quedara virgen. Y así fue como Plutón, “casi a la vez, la vio, se enamoró y la raptó”, acción que tantos pintores han enaltecido. Su madre, Ceres, la busca por todos los confines hasta que, conocedora de su destino, se dirige a Júpiter y le reclama que ayude a su hija. El primero de los dioses, atendiendo los ruegos maternos, su amor paternal y, al tiempo, la fidelidad al matrimonio, dictamina que Proserpina “pase el mismo número de meses junto a su marido y junto a su madre”, los de otoño e invierno, en el Hades, pero la primavera y el verano con nosotros. Así, para su llegada, Ceres decora la tierra “con flores de bienvenida, los campos florecen y sobreviene una cosecha tan abundante… ”. Y para el poeta, que no sabe cómo ha sido, tenemos la respuesta: ha vuelto Proserpina.
    Ceres enseñó a los humanos el arte de cultivar la tierra, de sembrar, recoger el trigo y elaborar pan, por lo fue diosa de la agricultura. Ya lo dice el poeta Hesíodo (siglo VIII a. C.) en sus consejos agrícolas para todo tiempo: “cuando después del solsticio sale a la luz la golondrina… cuando comience de nuevo la primavera para los hombres… lo que Virgilio (s. 0) refuerza en las campestres Geórgicas.
   El profesor Cubero Salmerón, en un bello libro sobre la agricultura, justifica esa publicación cuando “tuve conciencia de que en el mundo había quien no tenía ni idea de dónde le venía lo que comía… al saber que solo en Holanda se superaba el 50% de gente que sabía que los tomates corrientes tienen genes. Y a su vez Gaspar Melchor de Jovellanos (ya en el s. XVIII) en su “Informe sobre la Ley Agraria” a V. A. que “necesitará de toda su constancia para derogar tantas leyes, desterrar tantas opiniones, acometer tantas empresas y combatir tantos vicios y tantos errores”. Precisamente hoy, 12 de abril, día en que comienzan los cultos a Ceres, tras los urgentes y legítimos movimientos sociales, recordemos el título de la obra (s. XVI) de Antonio de Guevara: “Menosprecio de corte y alabanza de aldea”. Sin más.

Publicado el día 12 de abril de 2019

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