De buenos, malos y falsos

      Pues el asunto está en saber quiénes son los buenos y quiénes los malos porque, mientras no clarifiquemos esa cuestión, corremos muchos y graves peligros. Bien es verdad, por ejemplo, que, de acuerdo con el romancero, Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos y, claro, en esa tesitura solo basta con contarlos a unos y otros y así todo queda aclarado: los malos son la mayoría. Pero, cuando nos fallan las cuentas o nos despistamos y calculamos mal, el desastre está al acecho. Dice Aristóteles: “Creemos que las buenas personas son amigos” y seguramente esté en lo cierto pero el problema radica en distinguir precisamente quiénes son las buenas personas. Caín es considerado por mucha gente el primer malo de la historia y Abel el primer bueno, pues ahora hay quien con diferentes análisis opina lo contrario. Y así de tantísimos buenos, buenísimos y malos, malísimos.
     Pero más se complica la cosa cuando hablamos no de personas sino de grupos o colectivos más o menos organizados o institucionalizados. Los países, pongamos por caso, ¿cuándo son buenos y cuándo malos? Y, lo más interesante: siguiendo el pensamiento citado de Aristóteles, ¿cuándo amigos y cuándo no? Aquí sí que nos metemos en un buen lío teórico si empezamos a analizar las cosas como son y a tratar de distinguir a unos y otros. Las relaciones internacionales (que es el lenguaje que se suele utilizar para estos menesteres) son uno de los aconteceres más curiosos, complejos y contradictorios que se pueden dar dentro de los modos de convivencia de la especie humana. Y no de ahora, cuando el concepto de Estado moderno constituye la forma universal de organización política de los pueblos sino desde siempre, desde la tribu.
    Podemos dar un paso más y centrarnos, digamos, en un país que oficialmente es de los buenos, de los nuestros, de nuestros amigos: Arabia Saudita. Pues han tenido que ser los americanos quienes se han dado cuenta de lo culpables que pueden ser de nuestras desgracias en asuntos de terrorismo y hayan aprobado una ley que permite exigirles responsabilidades por lo que ocurrió el 11-S. En ese país, mientras no permiten en ningún caso ninguna actividad que llamaríamos nuestra, ellos financian la construcción de mezquitas y están llenando el mundo, y especialmente Europa, de imanes integristas, de los que se llamarían familiarmente una “quinta columna”. Ni buenos ni malos, peor: falsos.

Publicado el día 23 de septiembre de 2016

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