Hablando de tonterías

        Como todo el mundo sabe, por experiencia propia y ajena, los humanos hacemos y decimos, con toda naturalidad, tonterías, muchas tonterías. Gómez de la Serna, en una greguería, hasta lo aconseja: “en la vida, dice, hay que ser un poco tonto porque, si no, lo son sólo los demás y no te dejan nada”.
       El caso es que, tras bucear por los muchos libros que sobre este asunto han sido escritos, podemos encontrar estos cinco principios generales. El primero es que todos decimos y hacemos a lo largo de nuestra vida un montón de ellas (este artículo quizá lo sea también); el segundo que, aunque haya cierto consenso en que algunas frases y cosas son dislates, esta consideración es en muchos casos subjetiva, es decir, que lo que para algunos es una solemne tontería, para otros puede ser una verdad como un templo; el tercero, que unos hacen o dicen más, otros menos: (por supuesto que a nosotros mismos, salvo que andemos con la autoestima por los suelos, siempre nos excluimos del primer grupo, siendo lo máximo asegurar que uno nunca lo ha hecho o dicho, aunque pensar o decir eso seguro que ya lo es); el cuarto señala que no es cierto que los personajes públicos digan o hagan más tonterías: lo que pasa es que, son mucho más famosas; y el quinto es que hay varias clases y géneros de tonterías.
     Y de entre todas estas modalidades una de las más perniciosas, por su aparente bobería, es la de las obviedades. Se utilizan tanto en la vida privada como en la pública y los personajes públicos tienen tendencia a creer que con ellas se ganan el favor de los ciudadanos (¿así… así?). Para distinguirlas basta con aplicarle el truco del “no, si te parece…”. “XX aboga por el pleno empleo”, dice un titular y uno en seguida está legitimado para pensar: no, si te parece, vamos a luchar por el pleno desempleo. XX defiende que las viviendas tengan un precio razonable, dice otro, que se debió quedar exhausto después de esa frase maravillosa: no, si te parece… España está por la modernización…: no, si te parece, vamos a que sea un país rancio, anquilosado en la prehistoria. Como éstas, aparecen cada día un montón: “estamos por la participación”, “defendemos una verdadera justicia social”, etc. Y en la vida privada el número de ellas es infinito. ¿Compleja y difícil cuestión? Voltaire advertía que “la parte más filosófica de las historias es hacer conocer las tonterías cometidas por los hombres”.

Publicado el día 11 de mayo de 2018

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