La verdad, en la filosofía

       ¡Lo que faltaba! podrá exclamar cualquiera, viendo, que si, además de todas las fatigas que está dando la difícil tarea de clarificar lo de las noticias falsas, nos metemos ahora nada menos que en filosofía. Y, aunque de entrada esta objeción parezca tener algún fundamento, ello es solo aparente porque, para resolver lo que estamos tratando, es indispensable ocuparse de conceptos como realidad y otros similares de que trata la filosofía. Si el objetivo es o bien eliminar las informaciones mentirosas o, cuando menos, poder detectarlas, no podemos soslayar lo que debe ayudarnos en la faena por muy arduo que nos parezca. Imaginemos que o no tuviéramos memoria o llegara a la tierra un extraterrestre desconociendo nuestra física, y mostramos un palo sumergido en el agua: los dos protagonistas tendrán claro que esta es la situación permanente del tronco, su estado natural, la segura realidad, doblado. Pero ¿lo es?
         Mucha gente docta y también entidades institucionales están trabajado en este embrollo que, de pronto, parece haber seducido a casi todo el mundo. Porque, claro, molesta bastante que se extienda por las redes sociales que, por ejemplo, “el ministro X viajó ayer a París” cuando dicho personaje no se movió del centro de Madrid. O, más todavía, cuando se reconoce que en la elección del presidente Trump intervinieron elementos rusos mediante la manipulación de informaciones. Disgusta y mucho. Y, como diría alguien con sensatez, cuando aquí no caben términos medios: o marchó a la capital francesa o no. Y en este dilema la verdad es clara y la falsedad también. Montemos, pues, procedimientos, andan buscando, que permitan interrumpir la divulgación del viaje, o en su caso no viaje, del referido ministro.
       Sin entrar en más matices, normalmente se entiende por verdad la coincidencia entre lo que ocurre y lo que se dice de eso que ocurre. Pero la realidad, lo que de verdad acontece, no siempre, más aún, casi nunca es a sí o no. Más frecuentemente se asemeja a la hipótesis referida del palo. Ya se ha citado en esta columna: en el ámbito de la filosofía, un libro recoge veintitantas teorías de la verdad en el siglo XX. Muy enredado y confuso todo. ¿Están entonces perdiendo el tiempo con ese afán? Seguro que no, pero un ventisquero de escepticismo y de derrota no se puede evitar. Como, por otra parte, ha pasado a lo largo de toda la historia. Aunque sin redes sociales.

Publicado el día 18 de mayo de 2018

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