Elegía a los idus de marzo

    Atis era un pastor que con sus largos cabellos poseía una belleza divina. La diosa Cibeles, medio enamorada, le daba todas sus complacencias, le eligió para conducir su carro y le confió la custodia de su culto. Pero siempre a cambio de que no se casara. Mas un día olvidó su juramento y contrajo matrimonio con la hija del rey, que era una ninfa. La diosa, furibunda, se presentó en la ceremonia, hizo perecer a la esposa e infundió en el ánimo de su protegido tanta cantidad de culpabilidad que Atis apenas puso soportarlo y empezó a someter a su cuerpo a terribles tormentos, uno de los cuales fue su propia castración. A tanto llegó su sufrimiento que la diosa, apenada y conmovida por ese espectáculo, lo transformó en un pino y lo divinizó. Era en los días anteriores y posteriores a los idus de Marzo cuando se conmemoraba la muerte de Atis bajo un pino piñonero. Un colegio de sacerdotes cortaba un árbol, lo engalanaba, suspendía de él una imagen de Atis, y lo transportaba al templo de Cibeles en medio de lamentaciones. Después de tres días de duelo, renacía Atis en el equinoccio de primavera.
    Mientras y como marco de esa historia “el día de los idus, cuenta el poeta Ovidio, es el festival del genio de Anna Perenna. Se reúne la plebe, y echándose por doquier sobre la hierba verde, se pone a beber y cada cual se recuesta con su pareja. Algunos aguantan a cielo raso; unos pocos ponen tiendas; otros levantan una chabola de hojas y ramas; otros ponen encima las togas extendidas… allí cantan lo que aprenden en el teatro y baten hábilmente las palmas siguiendo la letra; colocan una copa en el suelo y ejecutan duras danzas y una muchacha baila con el pelo suelto. Cuando vienen de vuelta, van haciendo eses y son el espectáculo de la gente, y los grupos con que se topan los llaman afortunados”. Es la romería mediterránea.
   Malhadados fueron los conjurados que decidieron eliminar a Cayo Julio César precisamente en los idus de marzo. Puede que el destino así lo hubiera decidido y por ello pudo advertirlo una vidente, aquella que le advirtió que se cuidara precisamente de esa fecha. Tan manchado quedó ese día que todavía le sirvió a Shakespeare para recordarlo. Pero, siendo el día del amor, del campo y de la vegetación, hay que reivindicarlo con versiones y variantes de estas bonitas historias, inventadas para ser derramadas cuando la primavera está asomando por el valle.

Publicado el día 14 de marzo de 2014

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