Temarios específicos

     A modo de testimonio, cuenta el historiador griego Heródoto que muy antiguamente, cuando la gente salía de sus aldeas para ir al campo a faenar, se iba muy preocupada porque, mientras tanto, quedaban desprotegidas sus casas y sus pertenencias. Y que fue así como, tras algunas deliberaciones, acordó elegir un rey, al que pagarían entre todos, para que durante su ausencia les diera la protección necesaria. Naturalmente ello les llevaba tener que obedecerlo y a costearle unos ayudantes que colaboraran con la tarea. Y es con esta ejemplificación como se explica el origen del Estado. Ya lo dice Thomas Hobbes en un famosísimo libro, Leviatan, que el fin o designio de los hombres, que naturalmente aman la libertad y el dominio sobre los demás, es lo que se llama el pacto de todos con todos, que justifica toda la arquitectura social y política en que vivimos.
      Inútil y superfluo puede parecer a primera vista el ejercicio dialéctico de recordar a las alturas de hoy estas historias por evidentes y conocidas. Inútil y superfluo si no fuera porque de vez en cuando quebrantan este equilibrio institucional precisamente quienes están llamados a velar por su mantenimiento hasta el punto de que por eso y para eso están ahí. Cuando los continuadores de la tarea de aquel primer rey, hoy diríamos los poderes públicos, en lugar de promover la defensa e igualdad de quienes promovieron el pacto, hacen dejadez de sus obligaciones y permiten prácticas y usos escandalosamente inmorales e ilegales.
       Ocurre, según se ha sabido estos ajetreados días, que, en una práctica generalizada y hasta consuetudinaria, en algunos rincones de la administración pública, cuando han de convocar plazas para funcionarios o trabajadores, lejos de garantizar la limpieza de esa selección tienen la costumbre de no hacer públicos u ocultar los temarios de que han de examinarse quienes optan a esas plazas, lo que es un fraude gravísimo. Es algo tan primario y deshonesto que no se entiende que se pueda producir en estas fechas, con los movimientos sociales que exigen un decisivo cambio de rumbo y, sobre todo, con el riesgo de que en cualquier momento pueden aparecer datos concretos de esos irresponsables. Y el tercero en discordia pregunta: ¿Y los sindicatos?, ¿qué dicen los sindicatos? Si lo desconocen, mal; si lo saben pero como si no, mal; y si han decidido abstenerse, peor que peor. ¡Ah, de los sindicatos!

Publicado el día 4 de diciembre de 2015

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