Los insatisfechos

    Asegura el economista J. K. Galbraith que en nuestras sociedades avanzadas hay dos grupos de desigual poder e influencia cuya dinámica ha deteriorado el sistema democrático. En “La cultura de la satisfacción” reconoce que, por una parte, están los favorecidos, los potentados y los ricos, sin excluir la burocracia empresarial ni los intereses comerciales, siempre con sus cuitas, sus ambiciones y sus anhelos. (Tal vez los impecables implacables a que se refiere Rafael del Águila). Y que luego están los demás, los otros, los social y económicamente desposeídos. Nada nuevo desde luego, pero el norteamericano lo refiere para considerar la contradicción democrática de cómo resulta que, siendo muchos más, este grupo no gobierna, quizá, sugiere, por su descreimiento del sistema. De todas maneras, la aludida estructura es una situación tan asentada desde siempre que muchos la juzgan natural, que no depende de la voluntad humana, algo así como tener dos ojos o dos manos.
    No está la cosa para plantear un debate teórico o filosófico sobre el origen y la legitimidad del poder y de la distribución de la riqueza, que, hechos aparte, nunca viene mal. Pero no es el momento cuando la exclusión social sigue creciendo mientras, por ejemplo, los desahucios han desaparecido de la plaza pública, tanto que hasta hay quien cree que ya son agua pasada. Mas, natural o no, siempre reconforta recordar aquello de Rousseau, que todo esto de la propiedad se inició cuando un listo aseguró: “esto es mío” y un grupo de imbéciles se lo creyó.
    “La recuperación económica no reduce la brecha entre las rentas altas y las bajas”, “los contratos temporales y a tiempo parcial explican que la caída de la desigualdad no llegue a los colectivos de menos ingresos” … son titulares de prensa de estos días que ponen sobre la mesa este acordeón o gradiente que a cada rato sigue creciendo. Al final da la impresión de que los satisfechos siempre acaban siendo los insatisfechos. Y que vale cada vez más aquello, también de Galbraith, que con cuanta más generosidad se alimente al caballo con avena, más granos caerán en el camino para los gorriones. Lo que puede deducirse del último informe de la Fundación FOESSA, vinculada a Cáritas Española, que destaca en su presentación más simplista que “la exclusión social severa sube un 40% desde 2007 en España”. Y del que este artículo solo quiere ser un simple portavoz.

Publicado el día 28 de septiembre de 2018

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