El adanismo de nuevo

    Sabido es que en la época antigua la llegada de un nuevo rey suponía tal cambio en las estructuras políticas y sociales que hasta el calendario se ponía a cero, como si antes de ese acontecimiento nada hubiera ocurrido y la vida empezara su existencia. A querer empezar siempre de nuevas, al hábito de comenzar una actividad como si nadie la hubiera ejercitado con anterioridad se le llama adanismo. El adanismo ha sido siempre una tentación de sociedades inmaduras, de las que desconocen su sentido histórico; propio de sistemas políticos en formación y de escaso nivel social y político. Querer empezar siempre de nuevo como si nada de lo que hay tiene sentido es una tentación inconsistente, propia de países siempre dispuestos a hacer la revolución definitiva; a eliminar infieles provocando una nueva cruzada, aunque sea laica; o un manera de implantar un nuevo régimen. La relación de países aficionados al adanismo es suficientemente explícita para entender esta consideración. Otra cosa es ir modificando y modernizando estructuras sociales y de poder a lo largo del tiempo.
     Habla Ricardo García Cárcel de que en la historia de España, especialmente en los tiempos más recientes, se han dado dos tipos de memoria histórica. Una, oficial o de ganadores y otra, doliente, que lleva a una identificación sentimental con los perdedores. Cada una naturalmente con su imaginario a cuestas, es decir, su lectura de la historia, de lo que pasó y de lo que se evitó.
     Proponer vivir de los sueños y las ilusiones mañaneras así de pronto y solo desde una de estas memorias históricas aprovechando un resoplido constitucional, agitar y revolver con prisas y urgencias angustiosas el espacio público cuando nos está comiendo la basura y la vergüenza de los millones de parados, de los que nada tienen, de los que sufren los desahucios, es de una grave irresponsabilidad. Y decir que apoyar Ley de Sucesión es una "traición a la clase trabajadora" y que "república es no a la deuda, no a la OTAN, no a las privatizaciones, trabajo para todos, pensiones dignas, el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y la separación de la Iglesia y el Estado" no puede por menos que echar a uno a temblar por la ignorancia que esta proclama encierra. Y con lo que se está jugando. Y sobre todo una manera torpe y nada inteligente de conseguir que las cosas, todas, queden como están. Que ya es decir.

Publicado el 13 de junio de 2014

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