Puerta principal y puerta falsa

      Ya sabemos que toda época o ambiente tienen un correlato discursivo, es decir, cada momento histórico, cada escenario de la vida manejan su propio lenguaje que sirve para identificarlos y definirlos. Hace como 2.500 años ya lo explicaba Platón cuando aseguraba que los regímenes políticos tienen cada uno su lenguaje como si se tratara de seres vivos; hay un lenguaje propio de la democracia, otro de la oligarquía y otro, a su vez, de la monarquía. Pero cuando se rompen los moldes de lo que está convenido, aparece la “crisis gramatical” que dicen.
      Y se rompe cuando el alegato quebranta los límites establecidos, cuando se insulta al sistema. Y esto hay básicamente dos formas de hacerlo. Una más basta, que no se atiene a estructuras encubiertas, quizá menos inteligente, y que sin más ni más deja las vergüenzas sobre la mesa. Y hay otra más sutil, más académica en sus formas dialectales, que, como diría Cervantes, encubre más lo humano, que algunos llamarían de chaqueta y corbata. Más suave en las formas pero en el contenido más grave. Para entrar al ayuntamiento a gobernarlo no hay más que una vía y una puerta, la de los votos, la de la decisión sumada de todos y cada uno de los ciudadanos que se han expresado y, naturalmente, gana y gobierna quien lleva el saco más grande y la alforja más llena. Es una verdad tan obvia que no se entiende cómo hay quien intenta manipularla. Es nuestro sistema desde hace un montón de años y de él se han servido, lógicamente, todos los que han competido en el mercado de los votos. Y sonroja que haya quien lo demoniza cuando no le favorece y lo utiliza cuando el resultado le es propicio. Además de que es una falacia, dicho de esa manera, lo de la lista más votada porque chirría con el sistema proporcional que rige nuestra democracia. (A modo de ejemplo, el método de Cordorcet que, como saben los expertos, acaba en paradoja por su simetría o las múltiples teorías de los juegos).
      Hay cosas que no se pueden decir ni en broma, ni en momentos máximos de campaña electoral, ni como parte de una estrategia. Hablar de que existen diversas puertas de entrada al ayuntamiento no solo no es verdad sino que hace daño a todos porque quebranta la armonía imprescindible para la convivencia, genera innecesariamente tensión pública, enrarece el ambiente de diálogo y zahiere a la ciudadanía. Y descalifica, al menos, políticamente a quien lo hiciera.

Publicado el día 19 de junio de 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario