Elecciones con orden del día

      La nueva campaña electoral, que sin comenzar ya lo ha hecho, promete ser muy distinta a lo que estamos acostumbrados. No es que se vayan a romper los moldes más o menos convencionales. Seguro que no es eso y que apostados unos y otros contendientes seguirán lanzándose dardos y aguijones, como ya vienen haciendo, que en esto nunca hay tregua. Dardos y aguijones que, es justo reconocer, a veces bastos, chabacanos y ásperos mientras que en otras oportunidades se escuchan ingeniosos, avispados y donosos. Que no a todo el mundo hay que poder exigirle la misma inteligencia, idéntica chispa e igual salero, siendo la imaginativa, como asegura Huarte de San Juan (y refuerza don Quijote a Sancho) la cualidad más apreciable para gobernar.
     Todo eso forma parte al fin y al cabo de la liturgia de todas las elecciones, más o menos libres, del mundo entero. Pero es que en esta oportunidad se ha puesto sobre la mesa un orden del día desacostumbrado. Desacostumbrado porque no suele darse una circunstancia así, que haya eso, un orden del día que más o menos organice los debates y las discusiones, y también desacostumbrado porque hasta ahora la palabra presupuesto significaba otra cosa muy diferente, no un guión de debate. Los presupuestos de verdad, los auténticos, los harán quienes ganen las elecciones y seguro que incluso haciéndolo los actuales gobernantes formularán otro proyecto.
     Muy inteligente estrategia, digan lo que digan, justifiquen lo que justifiquen y engañen a quien engañen. La dura ironía de Pío Baroja narra en “Paradox, rey” que, cuando los exploradores intentan atraerse a los nativos y hacer que se rebelen, organizan una especie de campaña electoral, en la que intervienen dos de ellos. Este es el relato barojiano: El francés Ganereau, como republicano y demócrata, idiotiza a los mandingas hablándoles de los derechos del hombre, mientras que el inglés Sipsom, más práctico, se deja de elucubraciones doctrinarias: - ¿A vosotros os gustan las habichuelas?, Todos - ¡Sí, sí!; - ¿Os gusta el buen tocino?, Todos - ¡Sí, sí!; - ¿Os gusta el ron?, - ¡Sí, sí, ya lo creo!; - ¿Os gustan las chicas guapas, con la nariz bien chata y el pecho colgante?, Todos - ¡Sí, sí! ¡Eso, eso!; - Pues bien: si venís con nosotros tendréis habichuelas a pasto; tendréis buen tocino; tendréis ron y tendréis chicas guapas, más negras que el betún. Todos - Iremos con vosotros. Veremos qué pasa.

Publicado el día 7 de agosto de 2015

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