Nuevos aires políticos (1)

       Ya se sabe que en las sociedades abiertas, llamadas también democráticas, los asuntos relacionados con el poder casi siempre están en discusión. Es este precisamente un signo que las identifica y las distingue de aquellas otras en las que el ejercicio del mando está controlado por una casta, un grupo o una persona y sus acólitos. Y lo peor de esta alternativa se da cuando los gerifaltes, con toda la desvergüenza, tratan de simular que su legitimidad le ha venido del pueblo. Situaciones culturales hay en las que la tradición predetermina con claridad cómo ha de gestionarse el poder pero lo peor son esas falsas y aparentes democracias (algunas bastante cercanas) en las que solo se discute cómo agasajar al líder con más eficacia para conseguir sus favores y de qué modo de servilismo tienen que valerse los súbditos.
       No era esta última por supuesto la situación del pueblo griego en la época de su mayor esplendor, allá por los siglos V y IV a.n.e. Al contrario de esas dictaduras que alardean de lo que no tienen, en aquellos siglos en los que nació y se fue configurando como teoría y como práctica la democracia, los griegos se planteaban la siguiente cuestión: quién debe detentar el poder, quien tiene derecho -y hasta obligación- de asumir la responsabilidad de mandar. Y fue en este punto en el que surgió el debate y sobre el que se plantearon dos posiciones, que dieron lugar a los dos partidos políticos principales. El asunto venía porque en su cultura prevalecía la idea de que los dioses (o quien fuese) predeterminaban antes de nacer cuál era la tarea que cada hombre tenía que realizar en la vida y para la que venía especialmente preparado, para guerrero, zapatero, porquero… Y entonces la pregunta era: ¿y también para gobernante?, ¿en ese reparto de cualidades hay algunos que nacen ya específicamente para mandar? Naturalmente la cosa es algo más compleja pero más o menos era así. ¿Ciudadanos solo para mandar como otros para plantar en el campo o barrer las calles?
       Esta pregunta tuvo en Grecia sus respuestas, que sería útil recordar, pero de entrada ya llevan a poner sobre la mesa algo de lo que todavía hay gente que no se ha dado cuenta, que de lo que se discutía era del ejercicio del poder, nunca de su posesión. La palabra que inventaron era clara, el poder, al margen de a quien se le diera, era del pueblo, su único y legítimo propietario. Eso ni se discutía.

Publicado el día 18 de septiembre de 2015

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