El busilis, en el periódico

       Los habitantes de lo que genéricamente llamamos Europa central o Europa del norte siempre tuvieron una vida difícil. Los fríos de la última glaciación y las condiciones ambientales derivadas, como, por ejemplo, el estilo de convivencia poco permisible para la conversación en la calle, complicaron en exceso su supervivencia. Mucho tuvieron que aplicarse para salir adelante y desarrollar una existencia con cierta comodidad y bienestar. Al final, aunque es muy compleja toda acción humana para enjuiciarla en globalidad, se puede asegurar que supieron resolver los problemas planteados y lograron el estatus social, económico y vital que pasa por modelo en el mundo. Junto a ello, nacidos sin duda de esa cultura del esfuerzo y otros esquemas ideológicos incluidos los religiosos, desplegaron unos usos públicos de moralidad y comportamientos colectivos éticos de excepcional estándar. (El filósofo alemán Max Weber, finales del s. XIX y principios del XX, es muy conocido por los estudios y trabajos relacionados con la implicación “capitalismo y ética protestante”).
       Quienes hayan viajado, por ejemplo, a Suiza saben que allí nadie da un grito más alto que otro, que los niños juegan en los parques prácticamente en silencio por respeto al otro. Pero sobre todo habrán podido observar multitud de detalles suficientemente significativos de ese estilo ético citado. Apenas hay inspectores en los servicios públicos porque a nadie se le ocurre esquivar la compra del billete y los periódicos locales no se venden en los kioscos, sino que están depositados en las esquinas de las calles en cajas, dentro de las cuales hay un espacio para que el ciudadano deposite la moneda del precio del mismo. También a veces en las carreteras puede uno encontrarse puestos de fruta que nadie vigila ni controla y siguen el mismo sistema que el de la prensa. Símbolos elementales pero muy claros.
      No se trata de decir que todo ese mundo sea perfecto (yendo en el metro como un trabajador más que vuelve de la oficina a su casa cada día, fue asesinado Olof Palme) pero sí de expresar el contraste entre los diversos modos de vida y las distintas visiones del mundo y de la existencia. Y cómo se produce la paradoja que deriva de la queja: ¡con lo que nos ha costado…! Un punto de vista también humano, que hay que tener presente para una completa y más justa comprensión del conflicto interno del multiculturalismo.

Publicado el día 20 de mayo de 2016

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