Noticias y paradojas chinas

       Pues ya que estamos en feria y queda bien trivializar un poco…, Mientras el poeta romano Ovidio, hace dos mil años, da pautas a su amante para entenderse con signos y complicidades furtivas mientras asisten a una cena en la que también está presente el marido, en China se ha prohibido cualquier exhibición en la que se coma un plátano en público de manera sensual Y mientras el poeta reprocha al marido de su amante (naturalmente otra diferente de la anterior) que no la vigile suficientemente “en favor de él”, del poeta, en estos tiempos se han convertido en un negocio la mar de rentable, también en China, las agencias que, por encargo de las esposas, se ocupan de eliminar a las amantes de hombres casados.
         No se crea sin embargo que esta forma de liquidar el pecado conlleva delitos de sangre. Ni muchísimo menos. Estas agencias aseguran que realizan su trabajo convenciendo a las amantes de su iniquidad y de los perjuicios que causan pero que de ninguna manera utilizan medios violentos. El caso es, para completar lo que cuentan los medios de comunicación, que en China empieza a ser un signo de prosperidad y de alta imagen y prestigio entre los que llamaríamos los modernos, mantener, al menos, una amante. Y a su vez muchas mujeres solteras, dada la precariedad social y desamparo en que viven ansían vehementemente compartir su vida, aunque sea a medias, con alguien que atiende sus necesidades y les aporta también un cierto calor humano. Porque, y hay que seguir en China de donde procede esta variedad tan compleja de informaciones, ser soltera es convertir a una mujer en inútil, en “mujer sobrante”, si ha superado los 25 años sin casarse, lo que conlleva multitud de limitaciones para una vida placentera y gozosa.
       —Así es la verdad —respondió Anselmo—, y con esa confianza te hago saber, amigo Lotario, que el deseo que me fatiga es pensar si Camila, mi esposa, es tan buena y tan perfecta como yo pienso, y no puedo enterarme en esta verdad si no es probándola… La historia de “El curioso impertinente” con el encargo que hizo a su amigo íntimo, incluida en El Quijote, aunque no se haya leído, ya se sabe cómo termina. Más grave es sin duda la confesión que, al parecer, hizo a su confesor, Fray Juan de Almaráz, María Luisa, mujer del Rey Carlos IV: “Ninguno de mis hijos lo es de Carlos IV, la dinastía Borbón se ha extinguido en España”. Pero aún seguimos gozosos en feria.

Publicado el día 27 de mayo de 2016

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