Candidato, "candidus"

      Es muy posible que, si exigiéramos a los candidatos que vistieran de blanco, cuando menos se sorprendieran de la sugerencia y, de ser curiosos, se interesaran por los motivos de esta proposición. ¿De blanco?, ¿por qué y para qué? Habrá seguro más de uno que conozca la historia, pero es el caso que el término que designa su situación presente –candidato- tiene su origen en la palabra cándido, que originariamente significaba blanco, es decir, inocente, sin malicia. En Roma los ciudadanos que optaban a ser cónsules debían ir vestidos durante la campaña electoral con una toga blanca, “candida”, tanto para ser identificados por los electores como para indicar que eran unos perfectos ciudadanos cumplidores de todas sus obligaciones. ¡Faltaría más!
      Hablando precisamente de campañas electorales, es interesante y curioso ayudar a los que andan sufriendo prometiendo el oro y el moro y tratando de derrochar simpatía a unos, a otros y a todos, que hay un manual muy atractivo y curioso de campaña electoral que les puede ayudar en su difícil tarea. Resulta que Marco Tulio Cicerón quería ser cónsul, como efectivamente lo consiguió en el año 63 a.n.e., y su hermano Quinto, aun reconociendo los enormes méritos de Marco, se atrevió a prepararle un breve texto que resulta maravilloso.
       Precisamente este manual, cuya autenticidad ha sido discutida pero que a los efectos de su utilidad es una cuestión baladí, se dice que hay tres cosas en concreto que conducen a los hombres a mostrar una buena disposición y dar su apoyo en unas elecciones, a saber, los beneficios, las expectativas y la simpatía sincera. Son tres procedimientos que los candidatos, de una u otra forma, utilizan en sus prédicas. Lo malo de ello es que, según múltiples informaciones de los últimos tiempos, muchos de ellos, una vez conseguido el cargo, han cambiado la estructura de la oración gramatical, del sujeto y el complemento directo, y transformado una oración activa en otra pasiva de manera que los beneficios que, en buena lingüística, son para los votantes, han pasado a manos de los votados y así menudo lío que está formado. Seguro sin embargo que los más simpáticos de todos ellos (y todo legal) han sido, según se cuenta, Trillo y Pujalte. ¡Ahí es nada la candidez de una empresa pagándoles unos miles de euros al mes por un par de charlas tomando café! Una situación verdaderamente blanca y cándida. ¿A que sí?

Publicado el día 15 de mayo de 2015

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