¿Gobernantes al infierno?

       Mal le pinta, al decir de algunos ilustres pensadores, el éxito en la otra vida. Difícil parecen tener el camino al cielo y sí muchas papeletas para quemarse en las calderas de Pedro Botero. Conocida es aquella aterradora sentencia de san Juan Crisóstomo: “imposible me parece que ninguno de los que gobiernan se salve”. Y el padre Feijoo añade los temores del papa Pío V, luego santo, cuando decía que, siendo religioso particular, tenía grandes esperanzas de salvarse; que, cuando le hicieron cardenal, empezó a temer; y, hecho papa, casi vivía desesperado de la salvación. Porque el peligro amenaza a todos: reyes, cardenales, obispos…
      ¿Significa eso que ser gobernante es algo metafísicamente malo y por consiguiente todos los que ejercen esa tarea acabarán sin remedio en el fuego eterno?, ¿quiere ello decir que los términos gobernante y bueno son contradictorios y nunca pueden coincidir? En todo caso, siendo tan imprescindible para los asuntos públicos la existencia de personas que ejerzan esta función, sería un contrasentido teórico que todos los que pasen por esa responsabilidad tengan que ir al infierno, tal como asegura el santo citado. A lo mejor en esto es la vía de los hechos, como en tantas cosas de la vida, la que resuelve los problemas teóricos. Andaban el dios Mercurio y Caronte comentando los acontecimientos políticos de España (Alfonso de Valdés, consejero de Carlos I. es el autor de este diálogo) mientras iban llegando ánimas a realizar su postrer camino. De toda clase y condición y, entre ellas, algunos que habían ejercido el poder político, religioso, económico... Una vez contaban lo que había sido su vida y las justificaciones para su comportamiento, unas iban al cielo y otras, naturalmente, al infierno. “¿Tú pensabas, pregunta Caronte a una, que eras rey para provecho de la república o para el tuyo?”; “¿Quién es rey sino para su provecho?”, responde el interpelado. Y, claro, pues ya se puede uno imaginar su destino final. Hasta que en el desfile viene otro, que también había ejercido altas responsabilidades y que presenta como aval haber conseguido que “los jueces no tuvieran trabajo”. Y, ¡hala!, para el cielo.
      Pues a lo mejor este sería un buen baremo para juzgar a unos y a otros. Aunque tal como están ahora las cosas, barrios hay en los que habrá que ampliar los infiernos. (Mediante un correcto plan de urbanización. Que aquello es muy serio).

Publicado el día 22 de mayo de 2015

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