Las razones de Sosígenes

      Pues buena la armó. Pero nadie podría culparle. Más aún todo había sido la consecuencia de algo ajeno a su voluntad porque este prestigioso y respetado egipcio, o si se quiere alejandrino, funcionario de la corte, nada había tenido que ver en los amores apasionados y radiantes de su soberana, Cleopatra, y un político notabilísimo del imperio romano, que por aquel entonces era el amo del mundo, Julio César. Como es sobradamente conocido, cundo la reina egipcia le fue presentada al romano había surgido un amor de los que hacen historia, por su pasión y sus consecuencias. El caso fue que César con este motivo se entretuvo un tiempo en aquellas tierras y fue entonces cuando conoció a Sosígenes y supo que, siguiendo su opinión, era mejor hacer el cómputo, contar el transcurso de la vida ateniéndose a los movimientos del Sol que a los de la Luna. Y ese convencimiento sirvió para modificar el calendario romano, el del mundo y el de la historia occidental.
La cosa no fue de todas maneras sencilla. La rutina que hoy tenemos de calendario y medición del tiempo ha sido el producto de un largo y muy dolorosa proceso científico, religioso y cultural que hoy nos costaría mucho entender. “No es asunto del hombre conocer el orden en que ha puesto Dios los momentos”, decía Beda, el Venerable, citando la Biblia y convencido de que los monjes no tenían que profundizar en los detalles de la creación de Dios. Bien es verdad que había dos problemas básicos que era necesario resolver (la fecha a celebrar la Pascua de Resurrección y la del comienzo del año, pero esos eran asuntos del papa pues podían llevarnos a la herejía y a otros gravísimos pecados. Como dice el estudioso del tema David E. Duncan, resolver los problemas del tiempo no fue nada fácil: “afectaba a la ciencia, la teología, la doctrina de la Iglesia, el impacto práctico de la vida de la gente, el gobierno y la economía”. Hasta Lutero se enfadó muchísimo: “El necio quiere dar al traste con toda la creencia de la astronomía pues, según las Escrituras, Josué ordenó al Sol y no a la Tierra que se detuviera”. 
Cuando casi todas las culturas adoraban a la luna, Sosígenes y Julio César impusieron al Sol. Hoy hay sobre la mesa un buen ramillete de sugerencias “a lo tuitero” para reordenar los calendarios pero, a lo mejor, es preferible recordar aquello de san Agustín, que el mundo no se creó en el tiempo sino con el tiempo. 

Publicado el día 3 de enero de 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario