Un pensamiento desiderativo

    Dejando a un lado la sospechosa benevolencia de los entrevistadores, dos lecturas principales permite el encuentro que ha ofrecido el presidente Rajoy a seis de los periódicos más importantes de toda Europa. Una, y que a muchos parecerá la cardinal pues al fin y al cabo de lo que se trata es de dar respuesta a cuestiones de su acción de gobierno, es la política, de la que ella ya se han hecho algunas exégesis. Pero es la otra cara del discurso, la que subyace a las respuestas, la que verdaderamente puede interesar a quienes importe saber quién está gobernando y los sesgos que dirigen su actuación pública. Partiendo del hecho de que se trata de una ocasión singular, era lógico esperar un pensamiento profundo, un discurso político bien fundamentado y consistente, con buenas raíces ideológicas y entramado de reflexiones de altura teórica en el que se explicitara un diseño de país asentado en la historia y en el futuro. Sobre todo teniendo presente las graves inseguridades en que se mueven los ciudadanos y cómo está quebrada la confianza en el futuro y en los poderes públicos que pueden prefigurarlo y crearlo. 
Pues bien, tristemente nada de ello se encuentra en dicha entrevista. Sin argumentos ni procesos discursivos de ideas; sin principios generales o convicciones básicas; con el perfil de un pensamiento concreto, es decir, incapaz de grandes abstracciones; estereotipado y apenas crítico; con dificultad de adoptar puntos de vista hipotéticos, características todas ellas que aparecen en cualquier manual de cultura política como inhábiles para el ejercicio de las responsabilidades públicas. Claro que la política es el ejercicio concreto de la actividad pública pero siempre orientada a un fin, con un sentido, en una determinada dirección, y no al azar, a lo que salga. Ni tampoco diseñada con un perfil escolar o de borrador de tres al cuarto.
Nadie pide una clase magistral ni una tesis doctoral. Solicitar eso sería una tontería pero una cosa es eso y otra un hecho obvio que colorea toda la entrevista: que en un texto tan largo no rezume ni se haya colado una sola cita de algún autor ni un solo pensamiento político de ningún pensador y que se escaparía de haber leído o estudiado algo de filosofía política. Todo es una gran carga de pensamiento desiderativo, en el que se mezclan lo imaginativo y lo afectivo, la realidad y los deseos o temores. Una pura inutilidad. 

Publicado el día 13 de diciembre de 2013

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