Una inflación de verdades

       Los antiguos definían la verdad como la concordancia o la coincidencia entre lo que se dice y lo que ocurre en la realidad. Una afirmación es verdadera si lo que expresa se ajusta a lo que acontece. Si digo que está lloviendo y es así, estoy exponiendo o construyendo una verdad pero si, por el contrario, luce un sol espléndido, es obvio que estoy expresando una falsedad. Desde entonces, desde aquellas primeras épocas del pensamiento, esta teoría ha sido aceptada por todos y por eso acusamos a alguien de decir una falsedad si lo que está contando no coincide con lo que estamos viendo o conocemos. Pero, si es lo contrario, lo calificamos de verdadero. 
Vistas las cosas de esta manera, todo el engranaje parece sencillo y sin especial dificultad. Así es como lo utilizamos en la conducta normal de cada día, en las conversaciones y en los juicios que emitimos sobre nosotros y sobre los demás. Sin embargo hay que hacer constar que la simpleza es solo aparente y todo esto de la verdad y la falsedad encierra muchas dificultades. Ya, por ejemplo, en la Edad Media, a propósito de la contradicción entre lo que enseña la doctrina cristiana y lo que explica la ciencia, hubo quien planteó la posibilidad de que hubiese una doble verdad, una de la fe y otra de la razón. La ciencia les mostraba un modo de comportamiento de la naturaleza, pero el libro religioso relataba episodios con un canon muy diferente y había que darle una explicación a ese desacuerdo. Pero la teoría fue desechada con el argumento de que la verdad ha de ser única. 
El panorama de la vida de hoy ha ampliado y complicado notablemente todo ese asunto. Valga la cita de un libro, “Teorías de la verdad en el siglo XX”,  en cuyo índice los autores exponen ya, en el ámbito de la filosofía, nada menos que veintitantas. Pero si nos salimos de ese ámbito y lo aplicamos a la sociedad en general, la conclusión no puede ser más problemática. Hoy gozamos no de una doble verdad sino de infinitas verdades. Cada grupo y cada ámbito de conocimiento posee la suya. Los jueces la tienen, lo que solo para ellos es verdad. Luego están las televisiones y los medios, cada uno de los cuales cuenta un acontecimiento como si no fuera el mismo. Y en los deportes, ¡cuántas verdades o versiones hay sobre un partido de fútbol! Pero quienes baten records son los partidos políticos que ahí si es ancha Castilla. Y así nos va a los demás.
  
Publicado el día 1 de noviembre de 2013.

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