Precisión sobre la democracia

    Al parecer, escuchando y leyendo lo que se dice y se escribe sobre el particular, el concepto de democracia tiene bastantes dificultades para ser entendido correctamente. Opiniones diversas sobre lo que significa y supone dan fe de cómo unos y otros entendemos de manera tan distinta el sentido de esta palabra. Tanta disparidad se aprecia a veces entre las convicciones de unos y de otros que se puede dudar de si se está hablando de la misma cosa. El problema está en que, siendo como es la garantía última de nuestra convivencia y el salvoconducto para una vida en paz de todos, resulta inquietante observar esta divergencia.
    Uno de los desacuerdos básicos aparece viendo cómo hay quienes creen que hay algo así como unos valores que podrían calificarse como pre-democráticos porque no emanan de la naturaleza de la convivencia social, como pueden ser los valores éticos. Para estos sectores o grupos ideológicos la democracia tiene una clara limitación previa en la existencia de una especie de orden moral, que llaman natural. Pero aquí justamente es donde está el busilis. Porque hay otro sector de la sociedad que de ninguna manera mantiene esa creencia, que considera que el fundamento del derecho a la convivencia está en el acuerdo común, y pertenece a la esfera personal la decisión de seguir una u otra moralidad.
    Sin entrar a discutir en este artículo las razones de unos y otros, lo que hay dejar como ante notario es que ambas posiciones, por principio (y esto sí que es un prenotando democrático), gozan del mismo derecho moral y es justamente en esta dirección en la que tiene que moverse la democracia, en definitiva la convivencia. Por eso la democracia no impone que alguien haga algo contra su pensamiento sino que simplemente posibilita que cada uno actúe de acuerdo a su personal código ético, a su propia conciencia y a sus convicciones. La importancia de la democracia está en que se convierte en garante no de valores absolutos, sean estos cuales fueren, sino en la posibilidad de que toda posición ideológica pueda defenderse y practicarse, con la única restricción de que no limite los derechos de los demás. El debate no es si existen esos principios naturales o no: de lo que se trata es de que hay quienes piensan que sí y quienes opinan todo lo contrario. Y el sistema democrático tiene que garantizar que ambas posiciones tengan igual libertad de comportamiento moral.

Publicado el día 24 de enero de 2014

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