Sociedades partidas

¡Vaya un problema que tiene Ucrania!, ¡vaya conflicto! Dos almas, dos mundos, dos proyectos, dos miradas territoriales, dos perspectivas y dos modos de vida. Y, a lo que parece, irreconciliables. La historia, la geografía y las decisiones políticas a lo largo del tiempo han acumulado diversas formas de existencia sobre sus orígenes etnográficos y etnológicos. Y ahora, con ocasión de un posible acuerdo con la UE, ha explotado la disgregación subyacente. Pero ¿cómo se puede arreglar el desaguisado?, ¿y el de tantos otros países cargados de culturas diversas, docenas de idiomas cada uno con su manera de interpretar el mundo? ¿Una constitución por tanto o varias?, ¿una para cada uno? Son los conflictos políticos e ideológicos de las que pueden llamarse sociedades partidas. 
Porque la verdad es que siempre que se habla de sistema democrático es inmediato pensar en una tendencia dominante y en otra menguada. Pero ¿y los casos en que esa mayoría lo es casi al 50%? Por supuesto que situaciones de este tipo no presentan trabas, digamos, contables. Vence el que obtiene más votos y no se puede discutir su legitimidad y su triunfo. El problema surge por las consecuencias políticas, ideológicas y sociales, por los efectos y ramificaciones que genera un resultado tan ajustado, tan polarizado, una deriva social que puede incluso provocar y acrecentar las tensiones colectivas, a veces, hasta grados insoportables. Dos bandos de igual peso.  
Claro que, puestos a buscar acomodo a la gente según sus preferencias ideológicas, vivenciales y hasta domésticas, podían reservarse territorios diferenciados según modos y maneras de vida y ofertarse a los ciudadanos: ¡Oigan, se ofrece una república independiente de derechas, (o de izquierdas, o de lo que sea…), vengan y palpen cómo de bien se vive aquí! Lugares donde, por ejemplo, esté legalizada la poligamia (por supuesto en sus dos vertientes); terrenos básicamente ecologistas en los que hasta hablar de carne se considere pecado… En fin, catálogos de forma de vida. Estados cada uno con su listado de condiciones legislativas y normas de comportamiento. Esta podría ser una solución porque así cada uno viviría contento con el lugar elegido y la existencia sería pacífica del todo, sin roces, sin protestas. Y de ninguna manera se necesitarían leyes represoras porque cada uno estaría feliz y conforme. Constituciones al gusto de cada uno. 

Publicado el día 6 de diciembre de 2013

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