Ganar tiempo

Hace algo más de un año el gobierno israelí proponía como excusa para ganar tiempo, en su política de hacer imposible e inviable sobre el terreno el Estado y pueblo palestino, la fuerza atómica de Irán. Cuando algún cándido y biempensante recordaba que el drama palestino no podía esperar un día, los responsables públicos del pueblo judío mostraban ostentosamente su disgusto e insistían en que lo de las conversaciones era un tema menor. Una y otra vez. Y fue entonces cuando el nobel de literatura y premio Príncipe de Asturias Günter Grass publicó unos versos para poner sobre la mesa por qué se negaba a Irán lo que se ha permitido de manera impune a Israel: “¿Por qué solo ahora lo digo, / envejecido y con mi última tinta: / Israel, potencia nuclear, pone en peligro / una paz mundial ya de por sí quebradiza? / Porque hay que decir / lo que mañana podría ser demasiado tarde,…”. Todas las furias y los demonios cayeron sobre su cabeza. 
Ahora, mientras Irán anda entretenido en un cambio de gobierno, que por cierto parece a muy primera vista algo más templado que el anterior, la forma de ganar tiempo más útil son las llamadas conversaciones y negociaciones con la Autoridad Palestina. Un quehacer, que, aparte de dar carrete para seguir construyendo en terreno palestino, analizado con calma, plantea la pregunta obvia sobre qué podrán negociar y acodar. No es un tema de intenciones, es que desde la teoría y tal y como está la situación, no puede llegar a ningún término, a ningún pacto. Técnicamente es imposible acordar nada, más allá que alguna fruslería que, incluso por parte palestina, a lo mejor hasta ni la acepta Hamás. ¿Alguien puede definir cuál sería un posible compromiso final? 
En Israel no hay alta política ni grandes ideales a alcanzar. Su única empresa es perder el mayor tiempo posible en zarandajas, necedades y futilidades (por utilizar palabras vacías) para ganarlo hasta que llegue un momento en el que el Estado Palestino sea imposible. La pregunta clave en el acertijo del futuro es pura praxis: mientras parlan y hacen como que parlan y parlan, mientras revuelven y revuelven haciendo como que aclaran sin aclarar nada, ¿cuántas viviendas nuevas permitirán construir a los radicales y belicosos colonos en Cisjordania y Jerusalén Este? Con un montón de actores y cómplices, es el gran teatro del momento. El “¡reloj!, dios siniestro, espantoso…” de Baudelaire.

No hay comentarios:

Publicar un comentario