La fama no buscada (2)

La fama, ya se sabe, es una cualidad o atributo, como otros muchos, de la persona (¿también de los animales, de los seres vivos, de los objetos?, terrible discusión como la de si los animales tienen derechos humanos o no). Cualidad o atributo que puede equipararse a la belleza, la agilidad, la benevolencia o la altura. Y a otros miles más. Y las cualidades, como el archifamoso Aristóteles decía, por lo general tienen un más y un menos, de manera que no todos las poseen en el mismo grado ni todos tienen idéntico origen y por ello que se den tantos grados y variedades. En cuanto a lo primero, ello ocasiona que  algunos pueden tenerla en grado sumo (una gran belleza o una extraordinaria altura) mientras que otros solo en escaso grado (más bien fealdad que belleza o ser un bajitos). Y así hay famosos y famosillos, o famosos de aquí y no de acullá y al revés. Y luego está el quid de quién lo percibe. 
Otro paño es lo de su origen. Porque una cosa es la notoriedad sobrevenida con ocasión de una circunstancia ajena a la voluntad de la persona. Puede ser una herencia, como ocurre con el hijo o delfín de un famoso; el acompañamiento de un actividad como en el caso de los deportistas o de los políticos; también la consecuencia de un acontecimiento fortuito que le hace a uno aparecer en los medios de comunicación, sean estos los del barrio, el patio de vecinos o los de la televisión mundial. La fama no buscada directamente sino simplemente surgida, que podemos llamar derivada o resultadista, tiene lógicamente unos códigos de comportamiento muy diferentes de aquella otra que es directamente mendigada como producto de una decisión personal.
Tiene su trampa de todas maneras este tipo de fama no buscada. Incluso habrá quien podrá creer que es más inteligente y sibilina que aquella otra en el que uno reclama protagonismo. Y esa trampa viene del posible disimulo con que se actúa, aunque naturalmente no en todos los casos. Pero si los futbolistas, a los que en principio solo debe interesar salvar o hacer goles y cobrar luego su salario por este menester, no fueran famosos, ¿tendrían tantos aspirantes a ese trabajo? Otra cosa es que uno vaya por la calle y de pronto se encuentre con un magnicidio y ello le haga saltar a la historia. De todas formas una cosa es eso y otra ir directamente y como sea a por la fama. (Pero quédese para mañana lo referente a este tipo de conquista).

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