Los otros Nobel

Aunque siempre hay por ahí algún malicioso o cantamañanas que pone en duda el mérito de los premios Nobel, la verdad es que estos galardones, salvo alguna que otra disputa menor sobre el acierto en algún premiado, son los más considerados del mundo y disfrutan de una consideración más que sólida. Los que ya son menos conocidos y por tanto menos disfrutados son los “contra-Nobel” o Ignobel en la terminología convencional, 10 premios alternativos a investigaciones que, como señala su lema, tratan de hacer reír y, después, pensar, aportar innovación y fomentar la investigación. La prensa contó hace un par de semanas cómo se había celebrado la ceremonia de entrega de los premios “mientras los espectadores lanzan los aviones de papel que hacen volando por la sala, como todos los años”. 
De todas formas, ahondando un poco en esta aparente diversión, cabe discernir el juego dialéctico de amor-odio que encierra su filosofía. De entrada porque “no vale hacer una investigación hilarante a propósito, es decir, planear un trabajo absurdo y gracioso. Los elegidos son investigadores que, a menudo, se dan cuenta de lo disparatado de su resultado precisamente cuando se les comunica que han merecido el IGNobel”. Marc Abrahams, un matemático norteamericano de 53 años fue quien los creó y sigue dirigiendo pero son un fenómeno mundial. Por lo demás hay científicos que han logrado los dos Nobel, lo que justifica el rigor de esta broma. Ratones que escuchan ópera para evitar el rechazo de su corazón recién trasplantado; escarabajos peloteros que encuentran el camino de regreso a casa mirando a la Vía Láctea; confirmación de que las personas se sienten más atractivas cuando están borrachas; al presidente de Bielorrusia Lukashenko por ilegalizar el aplauso en público; o el tratamiento quirúrgico de una epidemia de amputación de pene en Siam, entre otros cientos de ejemplos.  
Solo dos trabajos españoles han sido premiados hasta el momento: el invento de la máquina automática de lavar perros, y la demostración de que las ratas no pueden diferenciar entre el holandés hablado al revés y el japonés hablado al revés. Pero nadie debe desanimarse por tan escasa relación. Seguro que en un corto período de tiempo serán bastantes los investigadores que podrán entrar en la relación de estos privilegiados que, no se crea, no tiene su importancia. Dependerá del tiempo que dure este ministerio. 

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