Los recovecos del poder

El poeta latino Publio Ovidio Nasón, o simplemente Ovidio, que vivió por la época de Jesús, es más o menos conocido de la opinión pública porque dedicó una parte de su obra poética a lo que podemos llamar literatura amorosa o amatoria. Ovidio, perteneciente a una familia rica y noble, pasó su vida, porque sus posibilidades económicas así se lo permitían, dedicándose a hacer poesía y, al tiempo, llevar una vida dedicada a las relaciones sociales y a las vivencias amorosas, perfectamente conjuntadas ambas tareas, la ficción literaria y la propia vida. Amores y El arte de amar, que han pasado por la mano de tantas generaciones, son, especialmente la primera, una conversación vital y literaria con Corina, el resultado de un juego personal y literario con Corina, su referente amoroso en cada rato de su vida y en cada renglón de su poesía. Corina lo llena todo en Amores, mientras desde el misterio de Arte de Amar reconoce que son muchos los que desean saber quién se oculta bajo el seudónimo de Corina.
Corina, que ya había hecho versos en su tierra de Beocia unos cuantos siglos a.n.e. (la musa me narró viejos cuentos amorosos para cantar), siempre ha estado ahí. En Ovidio siempre jugando con lo que es y no es, circulando por las elegías llena de infidelidades pero, al tiempo, y como contraposición íntima y teatral al tiempo, vergonzosamente humillada al descubrir que su peinadora la  suplantaba en la predilección del que había jurado ser siempre de ella. Pero, al final, siempre dominadora. Tal vez por eso Lope de Vega la rescató en la nueva Corina, la escritora doña Ana de Castro Egas que, según sus biógrafos, ya de niña conoció al Infante don Fernando de Austria y luego formó parte del círculo reservado de la Casa Real siendo amiga íntima nada menos que del valido. Y vuelve como la Corina de madame de Staël en la novela del mismo nombre, donde se manifiesta sutil y profunda en las ideas de espíritu vivaz y diligente erudita y coqueta y de ardiente imaginación, resultado de la lectura de Voltaire.
Como de una u otra manera, aunque intermitentemente, siempre permanece, ahora acaba de mostrarse de nuevo. También misteriosa y huidiza, más poderosa cuanto más negada pero tan sobrada que nadie queda a su lado reconociendo lo que hace y lo que puede. Aunque ya advierte el libro de la Sabiduría a los que domináis los confines de la tierra: os amenaza poderosa inquisición.

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