Organizar el futuro

Una vez más la comunidad científica confirma que la tan traída y llevada amenaza de que el Sol pueda caer sobre nuestras cabezas, que Astérix ya aplazó sensatamente, de momento no va a ocurrir. Los sabios siguen ratificando que “nuestro padre y tirano”, en palabras del novelista andaluz José A. Vázquez, está aproximadamente a mitad de su vida y le quedan 5.000 millones de años para extinguirse. El último en recordarlo estos días ha sido el Nobel de Física, Brian Schmidt. ¡Menos mal! Pero es que antes de que le llegue ese momento cruel tendrá, no obstante, que haberse acomodado, según otra información también muy reciente, al choque que nuestra Vía Láctea sufrirá con la galaxia más cercana, Andrómeda, que se están acercando ya a unos 400.000 kilómetros por hora. Ambas están aún lejos por lo que esto tardará en producirse, dice la NASA, 4.000 millones de años, y 2.000 millones de años después se completará la fusión de ambas en una nueva galaxia. Cuando esto ocurra, el pobre Sol quedará desplazado a la periferia de la nueva que saldrá de dicha fusión y allí, casi arrinconado, tendrá que pasar sus últimos millones de años de vida. Una pena después de todo lo que nos ha dado. Pero así es la vida.
El panorama futuro parece, pues, bastante perfilado para que vayamos haciéndonos una idea de lo que va a ocurrir y así nos ocupemos de proyectar lo que vamos a hacer, no sea que nos cojan desprevenidos estos acontecimientos. Lutero, recuerda E. Jünger en La Tijera, dijo que plantaría un árbol en su jardín aunque supiera que a la mañana siguiente iba a hundirse el mundo.
Nuestro problema va a ser que, según nos vayamos acercando a esos acontecimientos, resultará difícil planificar las ocupaciones y trajines pues desconocemos cuáles serán entonces nuestras cuitas y la incertidumbre es mala consejera. Para entonces hemos de pensar que ya habrá terminado la crisis, se habrá resuelto el enigma del denominado caso Gürtel, se sabrá definitivamente si los papeles son en verdad de Bárcenas, si se le habrán terminado los correos del caso Nóos y es probable que haya sido juzgado el expresidente de la Diputación de Castellón. Y seguro que también se habrá aclarado el asunto de los ERES. Lo que es de esperar y de desear es que no aparezcan nuevos enredos porque, de no ser así, llega la hora del final del Sol y nos puede coger todavía con las manos en la masa. Y eso sería mala pata.

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