Un curioso ejemplo

Menuda tuvieron montada los romanos a cuenta de la prohibición de  matrimonios mixtos, es decir entre patricios y plebeyos, y los intentos de anularla. Este fue durante muchísimos años el principal motivo de los debates públicos y peleas políticas que más ocuparon y preocuparon a unos y otros, a cada uno según sus intereses: los patricios, o nobles que diríamos hoy, tratando de evitar mezclarse con el pueblo (tenían reservadas las altas magistraturas del Estado que solo ellos podían ocupar) y los plebeyos pues lo contrario: que cada uno se casara con quien quisiera o pudiera, al margen de la clase social y política a la que perteneciese. La cosa terminó como siempre ha avanzado y avanzará la historia, suprimiendo esa ley, pero no fue sino a través de una bronca permanente pues estaba en juego nada menos que el poder. Porque, claro, en el momento en el que empezaran a casarse mezclados y a tener hijos “mixtos e impuros sin que se sepa a qué sangre pertenecen”, se habían terminado los privilegios de los nobles y todos podrían optar a cualquier cargo público.
Pero lo más pavoroso, por apocalípticas y aterradoras en su carga ideológica, eran las razones de los conservadores patricios para conservar el statu quo, amenazando siempre con terribles efectos que sobrevendrían en caso de anularse esa prohibición. Más o menos como siempre, como hoy. El historiador Tito Livio las resume así: Los matrimonios mixtos supondrían la confusión de familias de forma que no existiría en ese caso nada limpio, nada puro; que, suprimida toda diferenciación, nadie podría identificarse a sí mismo ni a los suyos. ¿Qué otro alcance tendrían, en efecto, los matrimonios mixtos entre patricios y plebeyos, sino el de ser como los animales, de forma que el que nazca no sepa a qué sangre, a qué culto pertenece, mitad patricio, mitad plebeyo, sin estar de acuerdo ni siquiera consigo mismo? A los que solicitan el matrimonio mixto les parece poco trastocar todo lo divino y lo humano. 
Compleja y muy diversa ha sido a través de los tiempos la estructura y composición de los matrimonios y de la familia como para reflejarla en una frase hecha. Siempre sufriendo los desmanes del poder. ¡Y pensar que Montaigne, de acuerdo a lo que se pensaba en su tiempo, aconseja que en el matrimonio no debe frecuentarse mucho a la esposa no sea que uno acabe aficionándose a ella y la desvíe de su tarea de procrear…

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