Friné era una muchacha griega con
una hermosura tan singular y distinguida que parecía una diosa. Precisamente
por esta circunstancia el escultor Praxíteles, allá por el siglo IV a.C., se
inspiró en ella. Incluso los expertos consideran que la Venus de Cnido es una
representación suya. El caso es que esta escultural, nunca mejor dicho, mujer
fue acusada de impiedad, cargo que podía significar la pena de muerte. El
ambiente estaba difícil cuando su abogado, Hipérides, viendo que no conseguía
convencer a los jueces de la inocencia de su cliente, según cuenta Voltaire,
rasgó la túnica ante el jurado con el argumento de que en un cuerpo tan bello y
perfecto no cabía impureza alguna. El resultado fue espectacular y Friné quedó
absuelta en el acto. En esta misma orientación hace un par de años en Estados
Unidos el abogado defensor de una mujer acusada de relaciones sexuales con un
menor, John Fitzgibbons, explicó que esta era demasiado bella para merecer una
condena.
No
se fía mucho la gente de que la justicia trate por igual a todo el mundo. En el
último sondeo del CIS, en el apartado dedicado a la aplicación de las leyes,
el 82,6% de los españoles cree que éstas favorecen a unos más que a
otros, especialmente a los ricos (un 48,6%) y a los políticos (26%),
seguidos de los poderosos, que para un 13,3% igualmente salen muy beneficiados.
Sin embargo, aun manteniendo que existe discriminación, un estudio de la
Universidad de Oslo, tras una investigación minuciosa, no hace mucho tiempo ha
llegado a la conclusión de que son los criminales bien parecidos los que tienen
más probabilidades de obtener sentencias más ligeras incluso cuando el jurado
sólo cuenta con una descripción escrita de su físico, es decir, que la diferencia
no viene por la riqueza o el poder sino por la guapura.
¿Ventajas entonces de los guapos? Es
una teoría apoyada por los científicos que cada día parece que les descubren
más y más cualidades y atributos y por tanto ventajas y provechos sin fin.
Valga, por ejemplo, que huelen mejor y así su presencia es más grata y son
mejor recibidos. Incluso, según la universidad de Oxford, necesitan producir
menos esperma ya que sus genes tienen mayor garantía de supervivencia al tener
segura la fecundación de más hembras. (Dicen que la investigación se ha hecho
con gallos y gallinas pero que es plenamente válida en la especie humana).
¿La solución? Pues que todos
fuéramos guapos, pero esa es una cuestión que ya se planteó un grandísimo
filósofo inglés en el siglo XVIII, David Hume, naturalmente con el pensamiento
de la época, y lo recuerda el antropólogo Claude Lévi-Strauss, hablando del
progreso de la humanidad. Y dice que ese es un falso problema porque, si todas
las mujeres fuesen por lo menos tan guapas como la que más, las encontraríamos
banales y reservaríamos nuestro calificativo a la pequeña minoría que
sobrepasara el modelo común. La guapura por tanto no puede ser una solución
universal por pura contradicción en sus términos. O sea, que no hay forma de
eliminar las discriminaciones porque lo que se dice de la guapura se puede
asegurar de cualquier otra cosa. Más o menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario