¿Tiene razón Rafael Gómez en su demanda?


     ¿Es la política una cosa real y externa como lo son los ríos o las nubes y por tanto intocable?, ¿tan cierta como un sentimiento amoroso o una sensación de soledad?, ¿es la política una reacción bioquímica como esa que llamamos raciocinio?, ¿ninguna de estas cosas sino algo muy diferente? No son ganas de fastidiar hacerse preguntas de este jaez, aparentemente disparatadas, ante un sistema tan complejo como la política. No debe olvidarse que uno de sus más apetecibles señuelos, que al final es una trampa, es creerse que agota toda la realidad, que fuera de ella nada existe ni tiene valor. Como aquel que vive de, por y para el arte o el fútbol llega a creer que todo es arte o todo es fútbol, igualmente podemos creer que todo, absolutamente todo, incluido el universo, no son sino partes del mundo político. ¿Qué es la política?, ¿cuál es su esencia?,  ¿qué significado o sentido tienen sus reglas?, ¿dónde empiezan y terminan sus límites y su mundo?, ¿cuál es su vínculo con la realidad de cada uno?
      Pese a que era la promesa estrella de todas las agrupaciones que concurrieron a las elecciones municipales y el propósito más destacado de todos los programas electorales, que la actual corporación municipal, en los seis o siete meses que lleva gobernando, no ha creado ni un puesto de trabajo, al parecer, es cierto. Y tampoco se nota que a corto plazo se vayan a modificar los parámetros y empiecen a surgir empleos para paliar algo la situación. Lo que no significa que no se estén haciendo cosas, que los munícipes no se estén reuniendo, trabajando y tratando de resolver los múltiples asuntos que llegan o deben llegar cada día al Ayuntamiento. Lo que es verdad es que de la propuesta estrella, de momento nada de nada. Y en todo lo demás demasiada tarea. 
        Y es ente contexto cuando el concejal Rafael Gómez propone una cuestión medular, que acaba siendo teórica o metafísica porque en el fondo plantea una demanda de esencias: ¿qué es la política?, ¿cuál es su naturaleza? “Venimos con un montón de mociones, discutimos unos con otros y se nos pasa la mañana sin hablar del paro… en una cosa sin sentido”…
       Son dos paradigmas diferentes, dos mundos mentales del todo ajenos el uno con el otro sin ningún concepto en común y con reglas de funcionamiento cabalmente diversas, dos dialécticas y lógicas diferenciadas. Frente a la concepción convencional de la política, simplificando se podría decir que para el concejal Rafael Gómez el Ayuntamiento es como una oficina, una institución para crear trabajo porque, así con mayúscula, ese es el Problema, que además no permite ni vericuetos ni aplazamientos. Su proclama pertenece a la lógica de la simplificación, la del entimema, una palabra que utilizan los lógicos para significar que en cualquier razonamiento cabe saltarse algún paso, lo que se llama el pensamiento inmediato. Decía el filósofo M. Weber que quien hace política aspira al poder, pero esta propuesta alternativa se desarrolla en otro cosmos. Para esta posición, dedicarse a las mociones políticas tiene el mismo valor que si nos preguntamos adónde se va la luz cuando se va. ¡Vaya un problema metafísico!

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