Se desconoce si habrá también diploma de “buena conducta”, medalla de honor o salvas de bienvenida pero, según se acaba de anunciar, Estados Unidos va a comprar, en palabras de algunos medios, una simulada moratoria de tres meses en la construcción de asentamientos judíos en los territorios ocupados de Palestina. Simulada, porque es conocido que allí se construye por todas partes (lamentablemente con trabajadores palestinos que no tienen otro medio para subsistir) y en la propuesta se deja fuera la ciudad de Jerusalén. El precio supone, además de material de guerra, el compromiso de vetar cualquier resolución de la ONU que considere Israel que puede perjudicarle. Naturalmente no importa que sea justa, proporcionada o equitativa. Cualquier propuesta que entienda que le lacera o lesiona será rechazada automáticamente por su amigo americano.
La verdad es que, si no fuese por la espantosa, aterradora y pavorosa tragedia humana que consume a los palestinos, especialmente de Gaza, hablar de esto es repetir una y otra vez las mismas cosas, idénticos acontecimientos, e iguales análisis políticos y sociales. El pueblo judío, jugando a Estado teocrático y manejando el “Dios está con nosotros sin ninguna duda”, decide y ejecuta cuanto desea sin que nunca haya cumplido alguna resolución de la ONU. Al otro lado, en la franja, Hamás, que sin duda alguna también tiene a Dios de su parte, impone y maneja, mezclada con sharía talibán, la política de gestión humanitaria que tanto apoyo le está proporcionando a sus correligionarios en todo el mundo. En definitiva, una encarnizada y brutal pugna de dioses, una masacre diaria de violencia y de vida imposible para los ciudadanos palestinos de a pie. Y cerrando el trío un gobierno que todo lo consiente, todo lo acepta y en buena actitud religiosa todo lo bendice. Bien es verdad que algunos de sus políticos no se atreven a salir de sus fronteras porque, gracias a la justicia universal, saben que serán detenidos en cuanto pisen suelo extranjero pero esto es un asunto sin duda menor. Más grave es la oposición a la energía nuclear en Irán que solo es inteligible desde la perspectiva de nosotros los buenos y ellos los malos.
Algunos comentaristas, sarcástica y cáusticamente irónicos, aseguran que al final la venganza palestina será demográfica por más genocidio que están desarrollando los judíos. Pero el verdadero misterio, que probablemente jamás se conozca, es el motivo por el que Estados Unidos nunca pueda disentir de la política israelí porque lo de los votos judíos es una bagatela. Y no, el presidente Obama tampoco va a modificar esa estrategia. A pesar del discurso al pueblo árabe, basta con leer sus declaraciones como candidato.
El trato no está cerrado del todo, según dicen las agencias de noticias, porque bastantes miembros del gobierno israelí consideran este trueque una afrenta por lo barato.
(En definitiva, nada nuevo y todo muy conocido. Este artículo solo quiere recordar de manera periódica que hay un pueblo que, además de todas las desgracias de todos, sufre la violencia extrema cada mañana. Aunque ¿para qué…?)
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